sábado, 5 de julio de 2008

Poeta en el sonido



“Benedetto Croce decía que hasta los dieciocho años todos escriben poesía. De los dieciocho años en adelante, dos categorías de personas escriben poesía: los poetas y los cretinos. Es por ello, que personalmente prefiero considerarme un cantautor”. Un hombre que mantuvo la lucidez de sus pensamientos, que tocó los sentimientos del ser humano, que vivió intensamente y plasmó cada hecho en sus canciones. Fabrizio de Andrè, uno de los más grandes trovadores de los últimos años.
Sin pretensión de querer exagerar, Fabrizio De Andrè es un poeta de su tiempo. Cantautor que se negó al éxito momentáneo y al culto de las grandes masas. Un hombre anarquista que prefirió la dirección contraria, obstinada, y luchó contra la hipocresía social; un cronista de los pescadores, las putas, los culpables y los vagos, De Andrè es, sin lugar a dudas, un grande entre los grandes. Sólo basta dejarse llevar por las melodías de sus canciones para comprender su talento. Pero además, si entendemos sus líricas, nos sumergimos en sus personajes y entendemos la fuerte carga de sentimientos, se confirma de manera casi perturbadora el arte de este genovés.

Nacido en el 40, De André se formó en el seno de una familia humilde pero con mucha riqueza cultural. Sus primeros años los vivió en la provincia de Asti, al norte de Italia. Tiempo después, volvió a Génova para estudiar. Se graduó en la escuela superior y se interesó en particular por la poesía, la música y el teatro. En esta época, entabló amistad con Luigi Tenco, Bruno Lauzi y Paolo Villaggio, personajes que también conseguirían la fama a través de la música.

Pese a su afinidad por el arte, Fabrizio decide postular a la facultad de leyes. Sin embargo, en el transcurso de su carrera, canta en grupos de jazz y compone algunas líricas bajo la influencia de George Brassens, trovador francés de los 40 -llega a traducir muchas de las canciones de Brassens como Le Gorille (Il Gorilla) -. Grabó sus primeros discos a los 18 años, pero el gran éxito llegó en los años sesenta con La Canzone di Marinella, cantada a dúo con Mina. “Si una voz tan dulce no hubiera interpretado “La Canzone di Marinella”, con toda probabilidad habría terminado mis estudios de derecho, y ahora sería abogado. Doy las gracias a Mina por haber barajado las cartas a mi favor…".

Para la segunda mitad de los años sesenta, De Andrè realiza un verdadero "trabajo de músico". Interesado en su entorno social, el disco “La buona nouvolle” manifiesta abiertamente el conflicto que sufría con los dogmas de la iglesia católica. Basado en los libros apócrifos, De Andrè, siempre con un concepto sincero y humano, planteó una percepción distinta de la Virgen María, Jesús y, en especial, de María Magdalena. En sus canciones, evidencia los temores de un hombre que será colgado, la dulzura de una prostituta y los verdaderos intereses de una madre. El disco, a los pocos meses de ser lanzado, fue censurado y causó controversia en la Europa sesentera.

Pecados de Fabrizio

El periodo Karim se nombró a la primera fase de la carrera de De Andrè. Al final de los sesenta y con toda la ebullición del 68, Fabrizio cerró este periodo con el álbum “Peccati di gioventù”. En este disco, el cantautor italiano recopiló sus grandes éxitos, desnudando sus sentimientos y el estado de ánimo en el que se encontraba.

La vida de De Andrè había sido fuertemente golpeada debido al suicidio de su amigo Luigi Tenco. La depresión lo abrumaba y por eso, en la mayoría de sus canciones, Fabrizio cuenta tristes historias de presos, romances rotos, hombres de guerra y viudas desamparadas. Sin embargo y, pese al dolor que lo acongojaba, no dejó de lado la sátira en sus líricas y la ternura en sus historias.

El tratamiento sonoro de este disco fue de primera. Valiéndose de la simplicidad tecnológica, De Andrè pudo enfatizar en la mezcla de instrumentos folclóricos con ritmos modernos. Canciones como Il Fannullone, La Ballata del Michè, La città vecchia y Fila la Lana, muestran de manera sutil y verdaderamente placentera la fusión del vals con la tarantella. Instrumentos como a la bandolina, la guitarra, la flauta traversa y la flauta dulce acompañan de manera épica la suave y ronca voz de De Andrè. Sin embargo, en canciones como Geordie, La canzone dell´amore perduto y La Ballata dell´amore cieco, el jazz, el rock y algo del pop dominan estas canciones.

De Andrè no sólo mostró una tendencia melómana, sino una poesía evidente, desde el encaje de las rimas en cada estrofa, hasta la profundidad sentimental de sus historias. Es por ello que uno no puede dejar de mortificarse con el torpe de La Ballata dell´amore cieco que hace de todo, incluso morir, para conseguir la atención su amada. Resulta imposible no lloriquear con la historia de una pareja que tuvo un repentino amor en La canzone del amore perduto y es un hecho deprimirse luego de escuchar la historia de Michè, Marinella y de la dama abandonada que lamenta la muerte de su marido en Fila la lana.

Para los años sesenta y setenta, el concepto de héroe guerrero había sido idealizado por los viejos europeos y norteamericanos. La gente veía a los sobrevivientes como grandes hombres y a los muertos, como grandes santos. Fabrizio, siempre con distintas propuestas, abordó el tema del héroe y la guerra desde un punto de vista más sincero, más crudo. La histoia de Piero: el soldado que no sabe por qué está en la guerra y por ello se siente iracundo, muriendo tan rápido que no pudo darse cuenta de que es "carne de cañón". De igual forma, la esposa que esperaba el regreso de un soldado vivo y no de un héroe muerto en La Ballata dell´eroe, dejan un conflicto referente a nuestros valores patrios y un vacío en nuestras vidas.

Años después, Fabrizio siguió fiel con su estilo de trova, pero también probó la fusión de nuevos ritmos. Frases como “aquello que no tengo, es aquello que no me falta” fueron acompañadas con ritmos countries y, canciones como Bocca di Rosa e Il Pescatore, se convirtieron en el símbolo de las meretrizes, los bandidos y los miserables. Tiempo después, el sindicato de prostitutas, agradeció formalmente a De Andrè por su interés hacia ellas.

“Siempre he pensado que hay poco mérito en la virtud y poca culpa en el error. También porque hasta ahora no he comprendido bien que cosa es exactamente la virtud y que cosa es exactamente el error. Si nos trasladamos en el tiempo vemos como los valores se convierten en desvalores y viceversa. Es cuestión de transportarnos en el tiempo: había una moral en el medio evo que ahora es absolutamente rechazada. Hoy nos lamentamos por el gran tormento sobre la pérdida de valores. Yo pienso que los jóvenes de ahora nos es que no tienen valores, tienen sus valores que seguro nos rehusamos a comprender porque estamos muy aficionados a los nuestros”.

Para el 98, Fabrizio de Andrè realizó un concierto de dos días (13 y 14 de ferbrero) en Teatro Brancaccio de Roma. Tocó los éxitos de toda su trayectoria musical. Al año siguiente, murió. Sin embargo, y pase a ser casi diez años de su desaparición, Fabrizio sigue colándose en las nuevas generaciones. Quizá, cada vez con más dificultades, tal vez con menos interesados, pero sí con mayor influencia en los pensamientos y estilos de vida. No queda dudas, entonces, que Fabrizio de Andrè es el trovador que hizo poesía con el sonido.
Algunos links para que puedan conocer la música de Fabrizio (cuando aprenda, los adjuntaré en esta web)
Todos los videos adjuntos son de su último concierto en Roma.
(Il pescatore)
Como todo aparato neotecnológico, el YouTube también es un visio. Y como todo visio, si les gustó estas canciones de Faber, pueden encontrar muchas más en los enlaces.

1 comentario:

Andrea Fernández Callegari dijo...

Las canciones de Fabrizio que escuchamos en tu casa me gustaron mucho. Especialmente 'Volta la carta'.
Entiendo un poquito de sus letras, pero lo que más me gusta es el sentimiento italiano y trovador de su música.
Me gustó tu post, ahora conozco más de su vida y obra.

Un beso,
Andrea.