viernes, 26 de octubre de 2007

Los gitanos de la cultura

“Encender la imaginación y apagar el televisor”: requisito indispensable para poder ver al Tetulojote. Pero…¿Qué es el Tetulojote? Es un ave blanca, patilarga y chillona que emerge sólo si abrimos nuestro corazón y dejamos aflorar al niño que llevamos dentro. Este ser, que en el transcurso de su presentación empolla un Tetulojotito, forma parte del teatro de títeres de dos chilenos: Sergio Herkovitz y Elena Zúñiga, quienes entre broma y broma nos ofrecen una lección de humildad, respeto y tolerancia.

Sergio y Elena son una singular pareja que optó por el autoexilio para dar a conocer su espectáculo a toda América Latina. Él, un hombre de metro ochenta, rostro color del tomate maduro y barba guerrillera, se caracteriza por montar sus obras en menos de quince segundos. Ella, una típica mapochita, más pequeña que su marido, peinada con corte hongo, cabello plateado y tierna mirada, contradice a Sergio en todo momento como ocurre en el día a día de cualquier matrimonio. Son unos viejos de corazón joven que plasman los sueños de los niños y reviven la imaginación de los adultos.

Los Herkovitz – Zúñiga además de talentosos, poseen una larga trayectoria como titiriteros y refieren que sus primeras presentaciones estuvieron dirigidas a los niños, allá por los años setenta. Tras el golpe de Estado dado por Pinochet, en 1973, se vieron obligados a cancelar su trabajo como guionistas en la televisión, pues Chile vivía una situación dramática en la que los más afectados eran los.artistas. En los años ochenta, después de su divorcio con la televisión, decidieron darle un nuevo enfoque a su trabajo, generando sentimientos de cambio en su país, y tras varias noches de espectáculos clandestinos, reafirmaron sus objetivos con tanta vehemencia que en los años noventa se convirtieron en nómades del Tercer Mundo.

A partir de ese momento, la dupla chilena decidió utilizar los títeres para transmitir sus mensajes desmitificadores. La televisión los vetó y sus presentaciones fueron catalogadas como “de contenido sólo para adultos”: “El problema de la TV– nos cuentan- es que exige programas destinados para niños con minusvalía mental, idiotizando a los televidentes”. Pese a estos inconvenientes, el pueblo chileno y luego el latinoamericano conocieron y se encariñaron con cada personaje del repertorio. Uno sus secretos es que nunca se desligaron de su mejor medio de expresión: las marionetas.
“La razón por la que escogimos los títeres –agregan- es porque son un instrumento de comunicación completo, pues involucran a la mayoría de las artes: pintura, costura, diseño, redacción, música y teatro. Además, en cada escena, adquieren vida propia y dicen todo aquello que muchas veces los humanos no nos atrevemos a decir en la vida real”.

Su compañía se llama “Los Payasíteres”. Sus creadores consideran que la labor de todo artista es equilibrar al individuo con su entorno, en especial a los jóvenes, quienes viven en la soledad y el aislamiento del mundo moderno: “Escogemos temas comunes –nos cuenta Sergio – porque la gente de tanto vivirlos suele pasarlos por alto. Sin embargo, el artista no debe ser ajeno a ellos. Por el contrario, debe revelarlos y plasmarlos en cada una de sus obras”. A partir de este sentimiento, han creado una troupe de títeres que representan personajes discriminados por la sociedad. Dentro de este repertorio, está Rosa Mela (que no es igual a rózamela), una despampanante vedette que se gana la vida contando y cantando el triangulo amoroso que vive con Sergio y Elena. Esta escena, previa a una candente actuación nudista, muestra a una Rossy atrapada por el contexto en que le ha tocado vivir. Sin embargo, Rossy es una muchacha que le pone mucho sentimiento e interés a su trabajo, dando lo mejor de ella en cada una de sus perfomances.

Otro singular personaje es Vergarín Vergara, “la testosterona hecha muñeco”. Vergara es un stripper que basa su autoestima en los excesivos atributos fálicos que el costurero le dio. Es la personificación del Machomán que cada mujer alguna vez soñó, el “gran varón” escondido en una abrumadora musculatura y una falsa cabellera. En definitiva Vergarín Vergara es el personaje que en algún momento cada hombre soñó ser.

El tercer personaje es Jean Pierre Machuca, conocido cariñosamente como JeanPi. Es un muchacho salido del closet que escogió ser sincero a toda costa, asumiendo valientemente las consecuencias que provocaría su presentación en público. JeanPi, que al principio susurra con timidez la canción Querida, de su “camarada” Juan Gabriel, comparte abiertamente su orientación sexual con los espectadores, y luego de unas cuantas estrofas se siente seguro para desenvolverse como en realidad lo tenía previsto: desenfadado y sin temores.

Sergio y Elena manifiestan que la razón por la que escogieron estos personajes (por lo general blanco de burlas), es porque simbolizan la actual situación del pueblo latinoamericano: discriminación, hambre y pobreza. Sus puestas en escena son un sarcasmo que tiene como finalidad sensibilizar a los jóvenes e interiorizar en ellos los valores de integración y tolerancia. Afirman que si bien uno de los objetivos es provocar la hilaridad a través de sus personajes, también es cierto que su deseo último es integrar la comprensión del espectador con lo que la marioneta representa.

No hay duda. Los Herkovitz –Zúñiga son una dupla completa. Aventureros, talentosos impugnadores, se han propuesto generar un cambio en la juventud latinoamericana. Un cambio que los una en el afecto, obstruyendo el condenable individualismo que impera en este llamado mundo de la posmodernidad.




Publicado en Día 30

Sentimientos y sentimentalismo




Es una pena que los peruanos se estimen tan poco y se sientan tan inferiores como para hacer una guerra en nombre de la peor gaseosa del mundo: la Inca Kola (perdón, o la segunda peor, pues la primera es Kola Real).

Nadie tiene claro por qué los peruanos odiamos a muerte a los chilenos: si es por la rabia de sentirlos más astutos que nosotros (puesto que les va mejor con el neoliberalismo), si es porque son mejores futbolistas o porque Arica se resiste a tener el mismo destino histórico que Tacna.

A propósito de esto, es alarmante el terrorismo sicológico que generamos ahora contra el país del sur. Al final, ¿quién nos "arrebató" nuestra amada Inca Kola? ¿Fue todo Chile, algunos chilenos o alguna transnacional norteamericana que ha hecho un gran negocio con poderosos empresarios peruanos y chilenos? Decepciona saber que los peruanos nos hallamos “norteamericanizado” a tal punto que hemos hecho parte constitutiva de nosotros marcas fabricadas por su mercadotecnia actual. Es más decepcionante aún que la gente se identifique con un producto “estrella” más que con su propia realidad y se ocupe de problemas francamente banales. Total, si la Inca Kola es del Perú o de Chile, al final los únicos beneficiados serán los grandes empresarios peruanos y chilenos. Los peruanos y chilenos de a pie seguirán excluidos.



Los peruanos debemos entender que la solidaridad con el individuo no consiste en consumir ciertos productos, en amar o no a un país (pues no se puede amar un pedazo de tierra y menos a 26 millones de desconocidos) o en proclamarse peruano o chileno. La gente mejora a través de acciones positivas y no de sentimientos negativos como el odio y el resentimiento. Los peruanos y los chilenos deberíamos olvidar la idea de hacer la guerra por “la patria”: idea común entre las conquistas sangrientas y las dictaduras tipo Mussolini, Hitler y Bush. Estos sentimientos primitivos son propios de sociedades idiotizadas por creencias absurdas y sedantes. O como diría Chomsky, propios del “rebaño democrático”.