domingo, 30 de marzo de 2008

Barbaries de los civilizados. Escrito por: Orietta Brusa

Hay moda y moda. Lo más importante es seguirla. En Trujillo ya somos muy “in”: estamos llenos de malls, esta especie de moderno paraíso terrenal donde todos podemos soñar de pertenecer al primer mundo… En el mismo tiempo, contradictoriamente, seguimos otras modas: la ecología, el ambiente, la protección de la fauna salvaje, la lucha a la contaminación. ¡Qué bonito! ¡Cómo somos modernos!

Por supuesto, cuando se habla de fauna, nos referimos al panda gigante, al leoncillo, al oso perezoso, a los dragones de Komodo y a cuantas otras criaturas vivan bien lejos de nuestro hábitat y no nos molestan en lo más mínimo. Cuando se habla de animales domésticos, el discurso cambia. Por ejemplo: el perro callejero, producto de la incivilidad, del egoísmo y de la ceguera humana, además de la concepción tolemaica del universo: el humano al centro de todo y con derecho a todo. Los animales son abandonados por muchas razones: el dueño “descubre” que el cachorrito que compró para divertir a sus hijitos, no es un peluche y por lo tanto come, jugando hace daños (como todos los cachorros y humanos, también), ladra, orina y defeca. Por lo tanto, molesta y lo bota. Se enferma y no vale la pena gastar para él, mejor “desecharlo”. O descubre que el perro fino, carísimo y otro símbolo de su status, es mucho más fino que él mismo...
Personalmente tengo cuatro perros, recogidos medio muertos de hambre y de enfermedades. Hasta ahora, gracias a San Francisco, los vecinos no se han quejado, menos una, la clásica “dama” de oropel (¿será pariente del sofisticado Comandante que quiere desalojar el refugio Amigo fiel o es sólo otra que no conoce aún la revolución copernicana?). Los pobres animales sufren penas horribles y, en vez que despertar la compasión en los tiernos corazones humanos, suscitan molestia y asco. Si alguien los recoge y los cuida, es un loco fastidioso y peligroso para la salud humana.

En muchos países, sobre todo católicos, donde la mayoría tiene esta mentalidad, las autoridades han intervenido para poner multas muy fuertes para el abandono y el maltrato de los animales. Hace poco una jueza alemana ha condenado a siete (7) meses de cárcel efectivo a un tipo que ha matado su gato tirándolo por la ventana: una persona tan descontrolada y violenta que se desquita con un animal indefenso, tiene que ser castigada. La jueza ha rechazado de pactar una multa de 1000 euros (más o menos 4200 soles): la plata no compra ni la cultura ni la civilización. Todas las municipalidades tienen perreras donde se recogen y se cuidan los animales callejeros. Aquí, nuestras “modernas” autoridades, siempre listas a pedir y aceptar plata de Europa para sus megaproyectos del desarrollo, tienen la simpática costumbre de envenenar periódicamente a los perros callejeros. Los pobres son penalizados dos veces: una, por ser abandonados por hombres más brutos que ellos; dos, porque en vez que castigar al que comete un acto de barbarie, son castigados ellos por ser víctimas. O sea, en una situación humana, se va a la cárcel el que sufre un robo y no el ladrón. Esas autoridades, en un país civilizado, ya estarían en la cárcel. Aquí, justamente, son representativas de su pueblo y administran el poder.
En Trujillo, como en otras ciudades del Perú, hay grupos de personas que crean refugios, por supuesto con la contribución privada y voluntaria de unos pocos ciudadanos humanitarios. Los refinados vecinos se quejan. ¡Qué horror! Los animales ladran (¿Nunca han escuchado el ruido que producen los humanos con sus cláxones, carros, fiestas hasta las seis de la mañana con música a todo volumen?) y ensucian (¿Serán los excrementos de los perros que producen la contaminación que está destruyendo el planeta?). Creo que ni un brontosauro con un ataque violento de diarrea pudo producir tanta contaminación como la común y corriente ama de casa que usa, para limpiar su preciosa guarida y atender a sus seres queridos, tantos desperdicios químicos: detergentes, ambientadores, pañales desechables, contenedores de plástico, etc...etc.
Los pocos civilizados que tratan de proteger a los últimos de la tierra, son perseguidos por bárbaros egoístas disfrazados de ciudadanos responsables preocupados por la higiene. Una vez pasaron en la televisión la protesta (manipulada) de un grupo de gordinflonas, arrastrando sus críos flacuchos, contra un refugio de perros que “comprometía la salud de los niños”. Pagaría para ver el tipo de higiene que estas damas practican en sus hogares, saber cuánta comida chatarra se tragan sus criaturas, así como me encantaría medir la cantidad de contaminación que producen con todos sus artefactos y su estilo de vida. El asbesto, que ha sido prohibido en todo el mundo hace 30 años por cancerigeno, se usa normalmente en las viviendas. Las gaseosas con colorantes tóxicos se transforman en la bebida nacional y los niños se las tragan proporcionadas por los precavidos padres. Hablando de higiene ¿Cuántos en una reunión toman del mismo vaso y, quizás, luego besan a sus críos? Tal vez el primero de la gira tenga tuberculosis, el segundo herpes, el tercero hepatitis…

Otro papel interesante es el que juegan las autoridades: no hay una sola perrera en todo el país. Los perros que están en la calle y ahí mismo pueden enfermarse y morirse hasta que no molesten a los humanos, entonces los envenenan. No hay multas ni medidas de protección hacia los animales. Justamente los ciudadanos no piden (ni hay espacio en su cabecita medieval para esto) el cuidado de los animales que sería, en el mismo tiempo, el cuidado de los humanos. ¿Se imaginan que pasaría en Trujillo si la municipalidad presupuestaría un gasto fijo para mantener una perrera? El primer grito sería el muy hipócrita “¿Y los niños pobres?”. Los niños pobres no se han caído de la luna. Si sus padres tendrían un trabajo digno, las empresas “socialmente responsables” no tendrían que practicar la “virtud” de la caridad ni el alcalde interpretar el papel de “benefactor”.

Ciudadanos de buena voluntad quieren humanizar el centro histórico. ¿Además de restaurar las casonas, prohibir el ingreso de los carros y estrenar actividades culturales, no sería humano saber que uno puede pasearse sin encontrar perros abandonados en situaciones penosas? ¿Qué imagen tendrán de este país los tiernos y codiciados turistas extranjeros que (a pesar de los 700.000 irakíes masacrados por los países de la nueva Santa Alianza USA-UE) hacia los animales tienen una postura mucho más humana y civilizada?

Un pajarito me contó que quieren “restaurar” una huaca que está en el perímetro de la UNT. El restauro, que necesitará una considerable cantidad de plata, en realidad será una burda reconstrucción hollywoodiana (o chollywoodiana) que ningún restaurador serio aceptaría. Como expresión cultural creo que sería mucho más efectivo proporcionar a la ciudad una perrera. Hacemos algo pequeño y concreto, en vez de soltar rollos hipócritas y abstractos en costosas conferencias sobre el medio ambiente y el patrimonio cultural que comprende la fauna salvaje. “Patrimonio cultural” es también el maltrato a los animales. A propósito: en la INRENA trabajan los únicos en Trujillo que no saben que en el mercado mayorista se venden libre y descaradamente animales de la selva…

Más conozco a los hombres, más quiero a mi perro.
Abre la puerta a ese perro, cuídalo, aliméntalo y trátalo con cariño. El te dará lo que jamás ningún humano seria capaz de darte. Diógenes (
Sinope, ca. 412 adCCorinto, 323 adC)

6 comentarios:

Garo dijo...

Siempre interesante tu punto de vista. Un gusto leerte. Saludos.

equisy dijo...

Excelente reflexión, justo hoy en la mañana que iba escuchando la radio en el automóvil estaban hablando justamente el maltrato a los animales y estaban dando consejos de como cuidar a los animales como mascota.

Saludos desde México

Aquiles Martin dijo...

No se entiende si esto lo escribió Orietta o lo escribiste tú.
Buena con el blogger.

Y0 dijo...

Qué tal convicción para ser un intento de movimiento social... lo de los animales lo confirmo; y a mí también me apena que no se víen perreras municipales; he notado que hay alguien tarde o temprano (más bien tarde) que recojen voluntariamente y sin fin de lucro a animales callejeros. Aunque desproporcionalmente; si se tomara en cuenta a los animales a la talla de un ser humano con respecto a la calidad de vida (no me opongo a negar sus DD) serían considerados parte de la superpoblación mundial de alguna manera, no crees? viable, aunque obviamente hoy en día uno tiene que pensar en sí mismo también; pero siempre hay excesos... la "barbarie"... ¿Quién es Orietta?
Salu2.

Anónimo dijo...

Orietta Brusa it seems just the vision of who is blurred from the wine...

Maryta dijo...

Interesante, vivimos sumergidos en un mundo lleno de comodidades que poco nos interesa lo demás. Creemos tener la vida perfecta al ser una copia de la extranjera,no hay duda alguna que somos los corderos del primer mundo.