Los estudiantes hemos interpretado los doce secretos registrados en el libro del señor Guerra como mandamientos traídos de la montaña, redactado por un dios mesiánico que arría tiernamente a sus borregos. Algunas veces, incluso, se repiten las propuestas cual evangelio de un barato catecismo.
En Secretos del Carajo el autor lanza doce pasos –producto de la condensación experimental de algunos nuevos capitalistas –que son interesantes para el sector empresarial en, particular, y para la vida, en general. Ejemplifica a los caballeros del desarrollo y aplaude su meritorio proceso evolutivo en el truculento mundo de los negocios.
Se habla de autoestima, de tener claro lo que se quiere, de ofrecer un producto, de saber a quién y dónde se le vende, de vivir apasionado en el día a día de las ventas, de ser creativos, novedosos, ilustrados y de llevar bien puesta la camiseta de la patria. Ingredientes que, según afirman los empíricos del comercio, son elementales para el éxito emprendedor.
Estoy de acuerdo con casi todos los pasos. Creo que interpretándolos y dándoles un buen uso, pueden generar interesantes resultados. Sin embargo, el autor debió ser un más sincero con sus clientes y redactar un prefacio de advertencia en su obra.
Dentro de este prefacio, podría haber incluido los siguientes puntos:
Primero. Guerra debió dejar claro que sus pasos son sólo una de las muchas estrategias de superación y que el hecho de que hayan generado buenos resultado con doce personas, no garantiza, en absoluto, que la victoria será la nueva constante, ya que el peruano, pese a tener fama de astuto, sufre de una gravísima y cándida credulidad.
Segundo –aunque sé que el párrafo de esta idea pondría en riesgo la venta de uno u otro libro –, el autor debió aclarar que, el hecho de que el Estado haya sido el padre holgazán de la sociedad peruana, no se escusa la dejadez de sus hijos al dejarlo podrir. En todo caso, si tanta fidelidad se tiene al emprendedurismo individualista, debió de ser más valiente y proponer una alternativa de eliminación de este viejo parásito –¿anarquía?, ¡qué horror! –o apelar a la autocrítica y plantear la reestructuración de un Estado que en su caso pueda ser útil, mediante el cumplimiento de sus obligaciones y regulaciones, al mundo empresarial.
Tercero –definitivamente esta idea desencadenaría la no publicación de su libro e incluso que los televidentes cambien de canal los domingos a las 6 pm, enterrando radicalmente la emprendedora carrera del analista, pero era justo y necesario quedar bien con la nunca pasada de moda ética –, a Nano Guerra se le escapó la importantísima aclaración de que NO TODOS PUEDEN NI DEBEN DE SER EMPRESARIOS PARA ALCANZAR EL DESARROLLO Y EL ÉXITO EN SUS VIDAS, pues en las sociedades JAMÁS HABRÁ ESPACIO PARA QUE TODOS LO SEAN.
El ser humano, como casi todas las especies, ha creado sus sociedades a partir de una cadena que funciona a través de un proceso cíclico. La producción, el campo fuerte del empresariado, obedece fielmente esta regla: por cada empresario emprendedor, existe un grupo de cientos de obreros, campesinos, artesanos, ajustadores de tuercas, peladores, carpinteros, barrenderos, lustra botas, choferes y cuanto otro trabajador no empresario que tienen el DERECHO A QUE SU TRABAJO SE RESPETE Y SE LO VALORE EN IGUAL PROPORSIÓN QUE AL EMPRESARIO a través de un buenos contratos y sueldos, no de un focus groups. El mundo empresarial y el señor Nano Guerra NO ESTÁN OBLIGADOS A DESVIRTUALIZAR ESTE FIN SUPREMO.
Las sociedades están obligadas a promover esta vía de superación. Si bien el autor no es un sociólogo ni está en campaña política, debió aclarar este asunto en el supuesto prefacio, aplaudir a los impulsadores del mundo empresarial y hacer un llamado a los gerentes para que sean derechos desde adentro, desde la empresa, mediante el respeto a los contratos laborales, al sueldo justo, al pago a tiempo, al seguro médico, a la apertura de sindicatos y al respeto por su trabajo.
Finalmente, al principio dije que estaba de acuerdo en casi todos los pasos y es porque no creo en el secreto de Acurio. No acepto y mucho menos amo algo tan subjetivo como la patria. Un concepto, además, creado por unos pocos para adormecer a varios, muchos ¿Qué de igual tenemos nosotros con el dueño de un banco además de haber nacido en el mismo espacio geográfico?
Creo más bien en la identidad socioeconómica y estoy seguro de que promoviendo este concepto, el significado que abarca la palabra emprendedor pase de individualista a colectivo.
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1 comentario:
Secretos muy ocultos.
No me quedó claro
lo de identidad socioeconómica.
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